Te miré,
como miran los pájaros
al finalizar el día,
con esa alegría ausente
que recorre los espacios.
Te miré,
con las manos derrotadas
haciendo huecos
sobre las rodillas,
con la enagua mustia
debajo del vestido.
Te mire,
casi con súplica,
para que me dejaras,
aunque fuera,
destejidos los recuerdos.
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