De tanto mirarnos,
sólo reíamos,
abrazando la calidez
de aquellos momentos.
Pero yo tomaba el augurio,
del sol que adornaba tu pelo,
hasta responder al silencio,
con otra mirada.
Quizás, fuera por eso,
que tu voz y la mía,
sólo reían al despertarnos.
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