Temblabas el mar
entre tanto azul
y bruma.
Pero, nadie veía
el color depositado
entre tus pasos.
Eras silencio acongojado,
lágrimas enclaustradas,
¡tan húmedas!,
haciendo círculos
irrepetibles en tus ojos.
Allí, en tu reino
de soledad y de furia,
no había nada
que no conocieras
de la profunda tristeza.
Por eso, sin preguntar
si existían más que alas
en el viento, te sumergías
como una ostra,
doblemente hermética,
en el abismo de los días.
© Yuliana Mendoza Photography
© RoseMarie M Camus Poetry & Design
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