Bebemos del almizcle
de estas horas sostenidas,
del estrago del tiempo
en los años repetidos,
del fuego del asfalto
que no cesa de decir,
que todo duele a pesar del frío,
y de la sombra de algún árbol,
que nos quiera descansar la vida.
Bebemos sin parar
de la dura carga,
de -no- encontrarnos,
en el desván
que la sed nos quita.
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