Se vuelve a nacer.
La cabeza en alto,
la sonrisa
en los pliegues,
la mirada
que no esconde
los años.
Se vuelve a nacer,
con la experiencia
en las manos
y las arrugas
en la piel.
Allí, donde viven
los recuerdos,
se vuelve a nacer
como si nunca
hubieras muerto,
como un milagro,
al cumplir otro año.
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