Aprendimos que el silencio
fue una lágrima escondida,
que sin las manos, los ojos,
nos prometían caricias,
que una sonrisa
podía ocultar el sol
tras las estrellas.
Aprendimos a creer
en los detalles,
hasta envolvernos
en lo más mínimo
y sin esperar demasiado,
aprendimos a decir adiós
antes de tiempo.
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