Cielo infinito
que entre un viento ligero
viste palomas.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Te escucho,
tras la ventana
sin espejo.
Te escondes,
en la raíz
de la madera,
en el azufre,
al que temes,
en las cortinas
que descuelgan,
en el óxido
y el hollín
del techo.
Te escucho,
atribulado
en la distancia,
apareciendo
y viviendo,
en el vaivén
perpetuo,
en que agonizan
las palabras.
Te escucho,
tiempo sin tiempo.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Amor, este universo
es tuyo y mío.
La noche trae sus huellas,
gemidos ancestrales,
cánticos blancos
de lunas y estrellas.
Y allí dormimos,
tan abrazados,
que son sólo sueños
las horas del día.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Tenía en sus manos
la certeza en la caricia
y en el sol de su pelo,
la llama de los días.
Era secreto su silencio,
la excusa para levitar sueños
y caer desprevenido,
a la raíz de los ocasos,
entre mi enagua y su concierto.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
La banca,
la vida sola.
En otoño,
suave frente,
hojas y agua,
bailan...
tristemente.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Por esa mirada,
entre tantas.
Para ese
que nada tiene
y que,
de esa nada,
lo da todo.
Gracias
suave brisa,
de pies descalzos.
© Vivian Maier Photography
© RoseMarie M Camus Poetry & Design
En esa tarde...
Te busqué
en la grieta
que propaga
el sol,
en la caricia
que se dibuja
entre los árboles,
en la canción
que lleva tu latido
hacia mi corazón.
Te busqué de ida
y sin vuelta,
en el único sendero
del adiós.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Volé como todas
las mañanas,
al acecho,
merodeando la brisa,
remontando.
No era un sueño,
era yo y mi silencio
y era el amor abatido,
en las cicatrices
del agua.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Cerco al otoño.
Las últimas hojas,
caen sobre mi cuerpo
sobre la sombra
que llevo prendida,
en el reflejo del asfalto
y me voy tras el crujido,
que dejan mis pasos,
sobre esa tristeza
que me despide.
© Vivian Maier Photography
© RoseMarie M Camus Poetry & Design
He amado tanto,
he amado y amo,
pero parece,
que el corazón
se me agrandó
hasta el máximo,
en que se pueda
sostener, desde
que tú naciste,
¡Josefita linda!.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Sendero de luces.
Serpentea
el movimiento.
Hay festejo,
hasta acabar
el camino
y se apague,
la última antorcha
en la noche del reino
sin cielo.
© China Stringer Network Reuters Photography
© RoseMarie M Camus Poetry & Design
Antes de ti,
la nostalgia
sólo era
un hilo de nube,
en el desierto
y sobre el mar.
Ahora,
lo cubre todo,
hasta caer
de lluvia,
lágrimas
de mis ojos.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
No hay sombras,
la luz lleva su camino.
Nadie detiene
la marca, la cicatriz,
la impronta del poderío
de aquella flor,
que nace y renace,
ante los ojos
de quien la mira.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Me esfuerzo en pensar
¿cuántos millones de años
habrá demorado la naturaleza,
en formar estas esculturas oceánicas?
El tiempo, también es relativo,
en mi pensamiento...
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Teníamos
las mejores armas,
la risa y los besos.
Rodábamos la piel
en torno a ellas,
disparando sin disimulo,
sin titubeos, sin cobardía.
Éramos los amantes
del desquite.
© Saul Leiter Photography
© RoseMarie M Camus Poetry & Design
Rostros
que hablan
sin decir palabras.
Silencios
que ocupan espacios.
Momentos
que son y pasan.
© Saul Leiter Photography
© RoseMarie M Camus Poetry & Design
Por segundos, tuvieron un amor eterno,
la cámara selló el momento...
hasta que el auto, siguió su camino.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography