El día se reportó
entre azules y verdes.
De reojo, mordía el sol
y en tu pelo, se escondía
una sábana al viento.
Todo el paisaje,
bailaba en tus matices.
Pero, tus ojos se abrieron
sin preguntarme,
por qué tenía que quererlos
más que al sol de tu pelo,
y más que al recuerdo,
cuando me llega la noche.
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