De pronto,
todo se torna oscuro
y la vida cambia.
Aquella felicidad,
que embargaba los días,
deja en su latido
olvidados los versos.
No hay más,
se ha derrumbado
la fe, la esperanza
y todo acaba en ese sol
que sigue sonriendo,
tan lejos, sobre el mar.
Ojos,
que dejan surcos
y huellas profundas,
que no verán
los vuelos de pájaros
y oídos,
que no escucharán sus cantos.
Es ahora,
donde la ausencia revolotea
y desata en tono gris,
la despedida de los momentos.
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