Sobre el camino
llueve la muerte
o más bien, germina,
como mala hierba.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
Él quería saltar
por el lado más visible de la luna
y completarme la silueta.
Creía que éramos sólo uno
y que para verme,
yo deshojaría entre mi pelo,
margaritas con brillitos de libélulas.
Pero sólo conseguía disimular su pena,
al contacto de la noche sin estrellas.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
No cortes las lavandas,
se deshojan
a la hora que deben.
Su perfume, abruma
la felicidad que siento.
Si no tuviera estas manos
para abrazarlas,
quiero este asalto
y perderme en ellas,
impregnada de ellas,
en esta felicidad
que abruma y que siento.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
A Mauricio Escribano...
Él tiene
la mirada triste
y hace poemas
a la ciudad,
porque la busca
en la ciudad,
despertándole
los días...
pintando soles
en las esquinas
y brisa fresca,
para enredar
en su pelo
la alegría,
cuando la vea.
© Internet's Photography
© RoseMarie M Camus's Poetry & Designe
En el país de las sombras,
alguien,
camina a mi lado,
toma mi mano,
me entrega una rosa
y un beso,
que no se termina.
Alguien,
que duerme mi sueño,
nos despierta.
© Internet's Photography
© RoseMarie M Camus's Poetry & Designe
Detrás del juego
de la luz,
baila el silencio,
pero se agita
y viste su voz,
su eco,
entre las hojas.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
Se mira en el espejo.
Hay un puñado de ella,
sobre la barra
y un pañuelo rojo,
que se abre hasta sus piernas.
Se mira en el espejo
y hay consenso,
hay una lágrima transitando
entre la luz de la calle,
que mira hacia el espejo.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
Éste es él,
confinado en la rama,
en la arista del trino,
en el nido que vuela
su lleno de pajaritos.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
El gatillo apunta
sobre sus ángulos,
la vista no desmaya
pero el miedo,
titila en los ojos,
acecha... y no es
el rugido de la montaña,
es la lágrima
que la desborda.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
No creías en el mar,
porque el mar,
era para ti,
una escalera sin fin,
que colindaba
paso a paso,
con lo imposible...
por eso, abrazabas
cada peldaño
desafiando la cordura
de lo inverso y sólo,
sentías sequedad
en las alturas,
donde seguramente,
era yo tu precipicio
y abrevadero,
extendiéndote las olas.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
Me llevaban tus pasos.
A veces, el día
abría sus ventanas
cuando caminabas
al lado mío.
Esa pequeña alegría,
moldeada de luz,
entraba a la casa
y nadie podía pensar,
que sólo el sol,
hacía despertar
a las mañanas.
© Sergio Larraín's Photography
© RoseMarie M Camus's Poetry & Designe
El río improvisaba un viaje
y querías soltar amarras,
pero alterabas el paisaje,
con la ronda sin fin,
de aquellos besos.
© Willy Ronis's Photography
© RoseMarie M Camus's Poetry & Designe
El amor,
nos había roto el alma
y después de todo,
seguían sangrando
nuestras pisadas.
Pero a donde fuimos,
nadie jamás lo supo
ni siquiera, la amalgama
del aquel nosotros.
© Katia Chausheva's Photography
© RoseMarie M Camus's Poetry & Design
Ellas jugaban
y eran dueñas del cielo
en esa tarde.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
Uno se sacude,
aunque seas
un pájaro herido.
Te sacas el abrigo,
la bufanda y es
como si el invierno,
te dejara libre,
entonces piensas,
concluyes:
"No lloraré más..."
hasta que
la lluvia cae
y te devuelve,
la conciencia.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
Era necesario el sol,
hasta cuando eclipsaban
las noches de luna.
Sin su pelo, la luz
era un espejo roto,
un prisma sin colores
sobre la almohada.
Era muy necesario el sol,
para despertar los días
y dormir las noches,
de ese agobio.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography
Al terminar el día,
se me escapa la mirada
y vuelven a brillar las calesitas,
las velas blancas que se agitan,
los incansables remolinos
y todo lo que al girar,
murmura la libertad del viento.
© RoseMarie M Camus's Poetry & Photography