LA SERPIENTE...
Me acurruca la lengua del espanto.
La serpiente se esparce sobre mi
vientre,
asimila la oscuridad del ombligo y lame,
todos los verbos que le alcancen.
No cree en las raíces del cerebro
y es sorda, como yo, así es que,
nos entendemos. Por eso,
al primer contacto de luz,
arrancamos el destello de los ojos
y volamos al deseo, en cien pájaros negros.
© Internet Photography
© RoseMarie M Camus Poetry & Design
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