A veces, el recuerdo nos invade.
Las mejores horas de cada tiempo,
se interponen en nuestro día a día
y volamos desnudos,
al compás de viejos sueños.
Somos por un momento,
pasado y presente.
© Internet Photography
© RoseMarie M Camus Poetry & Design
Tú acordonaste
el camino y el mar,
interceptó para mí,
tus olas. Ahora,
no sé... a dónde ir,
donde no sepulte,
un recuerdo.
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Se detuvieron mis manos
agitando ramas escondidas
y sólo pájaros,
velaron mi suerte.
Morí entre las aguas,
condenada nuevamente,
a la soledad de esa tristeza.
© Martyn Lucas Photography
© RoseMarie M Camus Poetry & Design
El horizonte,
envuelve
las letras
del ocaso.
Pies líquidos,
transitan
el mar
de las aves.
¡A descansar!
grita el mundo
y las estelas,
apuran la ruta.
Descubro
en el silencio,
el momento
que me embarga,
la carta breve
de la tarde.
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Nos buscamos,
en los últimos resquicios
del tiempo y anduvimos,
con pasos rápidos,
como si supiéramos,
que se irían
las horas felices.
Volaste, volamos,
como aves libres,
como ramas al viento
de un otoño que pasa.
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No pienses en la muerte.
Es un mal presagio
que irá atrapándote,
si estás indeciso.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Nos despertamos
una mañana cualquiera,
dispuestos al ayuno.
Sin embargo,
el maravilloso lugar
nos abrió el apetito.
Luego, vino la despedida
y el ayuno del alma.
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Del puñado alegre
de aquellas cosas,
tomo lo sutil.
La raíz que duerme
despertará mañana
con el gorjeo del pájaro
y volará en sus alas,
hasta convertirse
en árbol o en planta
y el ave, volverá
a hacer su nido
de primavera,
entre sus ramas.
Sí...
Del puñado alegre
de aquellas cosas,
tomo lo sutil.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
Él, usó su mejor traje
en la despedida.
Ella, quedó desnuda.
© Saul Leiter Photography
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Y... después de todo,
yo pensé en la lluvia,
tanta agua corría
hacia mis pasos,
desde mis ojos.
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Y detrás de la ola,
el mar tranquilo
de quien me mira...
y si él, también fuera ola
y yo mirada tranquila...
¡Qué mar inquieto, seríamos,
cerrando los ojos!
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Vivo en tus sueños
de ojos marinos
y en el sentir de cada día,
en que eres una nueva flor
con pétalos de espuma.
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Sobrevives
en un camino fantasma,
en un lugar vacío,
en un viaje sin alma.
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Coincidimos
en el inexorable
paso del tiempo,
en la raíz amarga
de su silencio,
en el fin sigiloso
de su existencia.
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Escribo
a fuego lento,
entre el paisaje
sin tiempo,
que me provee
la tarde.
Escribo
a más no poder
y sin pensar,
que no puedo.
Sólo escribo
como si el día
muriese,
y yo, tras él,
con mis letras.
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La luz destella
pretextos de nostalgia
entre el silencio.
© RoseMarie M Camus Poetry & Photography
La lluvia viaja
en un colchón de espuma
sobre los cerros.
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