POESÍA Y TRANSICIONES: A VECES ENTRE LOS ÁRBOLES...

viernes, enero 17, 2014

A VECES ENTRE LOS ÁRBOLES...

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Gracias por estar presente y dejar tu valioso aporte. Me hace muy feliz...

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Te digo adiós para toda la vida,

aunque toda la vida,

siga pensando en ti.

José Ángel Buesa

Vengo desde tus brazos.

No sé hacia dónde voy.

Pablo Neruda

Aún tengo el sol para besar tu sombra...

Gustavo Cerati

Eramos yo y el mar.

Y el mar estaba solo y solo yo.

Uno de los dos faltaba.

Antonio Porchia

En otro cuerpo va mi amor por esas calles,

siento sus pasos debajo de la lluvia.

Eugenio Montejo.

Alguien entra en silencio y me abandona.

Alejandra Pizarnik

Ella olvidó llevarse a su ausencia:

espectro que en cada rincón

me la recuerda.

Rourke Boada

Toda sombra existente

es en el fondo

una proyección de vida.
Y estoy solo,
terriblemente solo
en un desierto de sombras.

Miguel Ángel Contreras

Estoy contigo. Pero por encima de tu hombro me dice adiós tu mano que se aleja. Entonces yo contengo mi mano para que no nos traicione también.

Roberto Juarroz

Y estoy abrazado a ti

sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres…

No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.

Pedro Salinas

No sé por qué, pero hoy me dio por extrañarte, por echar de menos tu presencia. Alguien dijo que el olvido está lleno de memoria.

Mario Benedetti

Te fuiste a esa hora en que amanece la niebla y la distancia y todavía pienso el mañana como si estuvieras. ¿Qué quedará cuando hasta tu aroma se escurra por debajo de la puerta siguiéndote los pasos?

Roberto Esmoris

No toda distancia es ausencia ni todo silencio es olvido.

Mario Sarmiento

Cuando nos separamos en silencio y entre lágrimas, con el corazón medio roto, para distanciarnos por años, tu mejilla se tornó pálida y fría, y aún más frío se volvió tu beso; ciertamente aquella hora predijo el dolor de este momento.

Lord Byron

... se fue una mañana

a la hora de mis hielos,
se marchó y no dijo nada
me dejó vacío el cielo,
me dejó tocando el suelo
con mis pies y con mis lágrimas,
Si la veis en algún pueblo,
alguna calle o alguna playa,
decidle que aún la quiero
y que nunca, podré olvidarla.

Iván Rueda

¿En qué hondonada esconderé mi alma para que no vea tu ausencia que como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada?

Jorge Luis Borges

A una amiga que mal compara con el sol

Si yo para ti el sol,

qué puedes ser tú para mí

si en todo el sistema planetario

el sol no tiene su reina?

ah, de la luna no me hables,

me entristece la gente o las cosas

que se dejan manipular

por todos los poetas del mundo:

para compararla contigo, la luna

resulta sólo un pobre

y romántico satélite del diablo;

tendré, dulce amiga,

que compararte sólo contigo misma,

dueña y soberana de todos tus huesitos,

tu cerebro da las órdenes,

diriges tus pies, tus manos,

dueña y libre de amar a quien quieras;

sólo eres comparable contigo misma.

[Eduardo Embry, desde Inglaterra]

Para definir el arte de Rose Marie... Libro de los Embustes

Me rasco la cabeza pensando
cómo definir el arte que sale
de tus pinceles; quizás una sola palabra,
un verso, un fonema alegre,
una canción que no sea una queja,
quizá una silla de mimbre,
una cuchara de palo,
ojo de una cámara iluminada
que capta un pájaro amarillo,
“me querís, me querís’’,
un segundo como un pedazo de la vida,
el rostro de un niño que va a la escuela;
toda la clase reunida
para oír al poeta que explica
que los proverbios son
como el agua de los ríos
que baja hasta el mar, lo besa
y se vuelve a la montaña;
me rasco la cabeza pensando
cómo definir tus versos
que salen de tu pluma,
corazón abierto, dos alas
que buscan al ser amado,
lo ponen en su pecho;
en tus versos canta un gallo
“lo querís, lo querís’’

Gracias mi querido Eduardo, por este poema tan importante y especial para mi... Eres un sol.

Al estilo de poetas más antiguos...

(Para mi amiga Rose Marie)

Pongo un racimo de uvas sobre tu pecho,
un clavel en tu boca,
para ti, dos corazones,
uno, como un pañuelo,
pero el otro, como el Dios que te acompaña,
que es el corazón alegre y verdadero,
el corazón que "ya viene",
"ya se acerca",
su nombre está escrito en los árboles,
en las piedras, a la orilla de los caminos,
en las paredes de las ciudades,
en los pilares de los puentes,
es el corazón que muere, resucita
y desaparece,
es el corazón que está en el aire
para que tú respires.

Cómo quisiera salir volando de aquí...

(Para mi amiga Rose Marie)

A pesar de esta pantalla sorda,
a pesar de este teclado idiota,
a pesar de este papel invisible,
a pesar de esta voz fría y pausada,
a pesar del ocultamiento de tantas
cosas y sujetos
que parecen hoy prescindibles,
pienso, digo:
este tiempo, esta hora
es igual aquellos tiempos
de noches frías y tristes,
de lluvias interminables;
leo en las enciclopedias
"nadie puede ocultar el canto",
eso me consuela, me lleva
al tiempo de los etruscos,
gente loca que sacaba melodías
haciendo chocar entre sí los árboles,
a pesar de eso, nada se sabe
de tanta gente buena;
cierras los ojos, nadie sabrá
que el poder te aplasta,
ni yo sabré si alguien escucha,
maldigo el teclado idiota,
maldigo esta pantalla sorda,
este espejo que me devuelve
en mala hora cada palabra que escribo;
maldigo los kilómetros, las millas,
los mares, las montañas
que me separan de Santiago de Chile.

Qué es lo que se ve cuando el mar
mira hacia los cerros de Valparaíso

¿Qué es lo que puede ver el mar
si no es través del ojo del gato
con su piel crispada
como si viera en cada una
de sus ventanas abiertas
otro gato que mirara hacia el mar?

¿qué es lo que oye este mar peludo
cuando el gato mueve su ojo de palo?
¿cómo amaría el mar

pasar su lengua
por las ventanas cerradas
del ojo de palo
del gato que mira hacia el mar?

inmensos son sus dientes,
extensa es su barriga,
su corazón viene y va, su corazón
es como el péndulo de un reloj de abuelo
que dando brincos da la hora

al corazón hambriento
que quisiera dar un zarpazo
al gato de palo
que mira hacia el mar
con las ventanas abiertas;

y a todo esto ¿qué dice el sol, como tú,
que me anima a escribir estos versos?

Cuando yo me marche...

Cuando yo me marche
me verás en todas partes;
me verás, me verás, y tus amigas
vendrán corriendo para decirte
“lo hemos visto en el centro,
iba con otra”, de pura carambola
te acordarás de Gabriela Mistral,
pobre mujer, cómo sufría, por eso,
te veré lejos de este país, nítidamente
más clara, como la nieve
que se queda prendida de los árboles,
te veré y te veré, nos veremos sin vernos,
entraremos a un Café, beberemos
en tazas invisibles, todo el mundo
quizás nos vea
como una pareja irremediablemente perfecta,
pero a mí me falta un brazo,
a ti te sobra una cabeza,
sentados uno frente al otro,
no podré verte, no podrás verme,
quizá te hable y tú me respondas
con peregrinas palabras que no suenan
como sonaban en unos idiomas que tú ni yo
ya no conocemos; como los presos
en la cárcel, nos separa un vidrio
transparente; quisiera darte
algunas explicaciones inútiles,
comentas a uno de aquellos
que están apiñados contra las rejas,
“¿qué querrá decir ese idiota?”
tus amigas vendrán corriendo
para decirte: “lo hemos visto
en el centro, iba con otra”
y aquellos que nos han visto juntos
quizá nos manden tarjetas de cumpleaños
con musiquita incluida:
“ustedes hacen una pareja perfecta".

Canalla...

(Para mi amiga Rose Marie)

Esta es la clave de oro,
aquella que al abrir las puertas
con una pluma
hace olvidar los pretéritos imperfectos,
incluso aquellos
que aún no han existido;
los recuerdos pesan mucho más
que la Cordillera de los Andes;
mucho más pesan los recuerdos inútiles
que son como camiones que
transportan camiones,
olvida, olvida, corazón,
todo lo que más puedas;
olvida esas leseras que te han enseñado
que la mujer ha nacido
de las costillas del hombre;
mientras más huesos olvidas
más te unes a las manos
invisibles que laboran,
del cielo a tu corazón,
dando vida a todos los verbos
que se repiten, una y mil veces,
primero los regulares, los más fáciles,
aquellos que se conjugan
con los primeros pasos de los niños,
luego, los irregulares,
según el común de la gente,
los más tormentosos de la vida;
aquellos que al dejar su carga en el camino,
nos hacen más jóvenes;
esta es la clave de oro:
mientras más te olvido, canalla,
más firme es la memoria de los pueblos.

PEDRO SIENNA

Esta vieja herida...

Esta vieja herida que me duele tanto,
me fatiga el alma de un largo ensoñar;
florece en el vicio, solloza en mi canto,
grita en las ciudades, aúlla en el mar.

Siempre va conmigo, poniendo un quebranto
de noble desdicha sobre mi vagar.
Cuanto más antigua tiene más encanto...
¡Dios quiera que nunca deje de sangrar!...

Y como presiento que puede algún día
secarse esta fuente de melancolía
y que mi pasado recuerde sin llanto,

por no ser lo mismo que toda la gente,
yo voy defendiendo románticamente
¡esta vieja herida... que me duele tanto!...

GUILLERMO BLEST GANA

Mirada retrospectiva...

Al llegar a la página postrera

de la tragicomedia de mi vida,
vuelvo la vista al punto de partida
con el dolor de quien ya nada espera.

¡Cuánta noble ambición que fue quimera!
¡Cuánta bella ilusión desvanecida!
¡Sembrada está la senda recorrida
con las flores de aquella primavera!

Pero en esta hora lúgubre, sombría,
de severa verdad y desencanto,
de supremo dolor y de agonía,

es mi mayor pesar, en mi quebranto,
no haber amado más, yo que creía,
¡yo que pensaba haber amado tanto!

MARIO BENEDETTI

Estados de ánimo...

Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.

Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.

ENTRADAS DEL DÍA...

viernes, enero 17, 2014

A VECES ENTRE LOS ÁRBOLES...

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