No siempre se puede volar,
cuando los brazos se atrapan
y el corazón se anida,
en su propio horizonte.
A veces, sólo basta,
ese último rayo de sol,
para subir hasta el cielo
y sin mirar las sombras,
hacer, el besar su boca.
No siempre se puede volar,
cuando los brazos se atrapan
y el corazón se anida,
en su propio horizonte.
A veces, sólo basta,
ese último rayo de sol,
para subir hasta el cielo
y sin mirar las sombras,
hacer, el besar su boca.
Cuando todo acontece
y se repite la historia
es perfecto el momento
para desandar.
Pero ya no hay vuelo
de pájaros blancos
ni arena,
ni mar.
Sólo algo en la mente,
una condición
de recuerdo,
que se altera.
Un salto, hacia dónde,
abajo, arriba,
un vacío
casi inmortal.