ni la alegría de los atardeceres,
ni la bruma espesa de la costa
ni la camanchaca desprovista
y si la noche,
tenía nuestras sombras,
tan desnudas como días
de caminos infinitos,
no éramos nosotros,
sólo era, lo que fuimos.
tan desnudas como días
de caminos infinitos,
no éramos nosotros,
sólo era, lo que fuimos.